Este post me gustaría aprovecharlo para
hablaros un poco de las harinas.
Cada vez es más frecuente escuchar que la
harina de trigo no es saludable y que conviene sustituirla por productos
integrales, pero exactamente ¿por qué?
Pues bien, la harina de trigo
se obtiene a partir de un proceso de refinamiento que consiste en apartar del
grano la cáscara que lo envuelve o el también llamado salvado. Esto produce que
la dejemos prácticamente sin nutrientes, convirtiéndola en un producto alto en
calorías y almidón.
Y entonces, ¡por qué es
tan común! Como apunta Alfonso Suárez en su blog, por los siguientes motivos:

-
La apariencia de la harina: La harina
que se obtiene es fina, blanca y con un color homogéneo. Por costumbre,
estéticamente nos parece mejor.
-
Dura más: La harina integral y el
germen del cereal al contener ácidos grasos se estropea antes, pero al
extraerlo la harina dura mucho más sin estropearse.
Para la industria alimentaria todo son
beneficios, pero no para nuestra salud. Así que os ánimo a probar alternativas
mucho más beneficiosas. Entre ellas cualquiera de las dos que he utilizado en
la receta de hoy.
Por una parte he utilizado la harina de avena integral. Ésta es muy
rica en fibra y se ha demostrado que ayuda a regular los niveles de colesterol en sangre,
mejorar la digestión y también el metabolismo. Además es rica en vitaminas B y E, fósforo, hierro, grasas poliinsaturadas y proteínas
de alto valor (contiene siete de los nueve aminoácidos esenciales para la vida)
Por otra parte, en la receta de hoy he
añadido harina de centeno, también
una muy importante fuente de fibra,
y no solo eso, también es beneficiosa en dietas de adelgazamiento ya que al
comerla provoca una mayor sensación de saciedad y por consiguiente que comamos
menos. Nutritivamente el centeno destaca porque cuenta con
una cantidad muy diversa de minerales (es el cereal con más presencia
de potasio y sodio), y vitaminas, entre las que destacan la vitamina A y vitaminas del grupo B, como es el caso
del ácido fólico. Se trata de un cereal que ayuda a depurar la sangre y a bajar
el colesterol alto, ya que
mantiene la elasticidad de los vasos sanguíneos previniendo enfermedades
cardiovasculares.
Dicho esto, si queréis
disfrutar de todos los anteriores beneficios, no dudéis en hacer estas
rosquillas porque además están buenísimas!
ROSQUILLAS INTEGRALES DE ANÍS
Ingredientes
para 30 rosquillas:
1 huevo
80 ml. anís dulce
80 ml. aceite de oliva virgen extra
80 ml. leche de soja ligera
300 gr. harina integral de avena
150 gr. harina integral de centeno
1 sobre de levadura en polvo
Ralladura de medio limón
* Anís y azúcar moreno para rebozar una
vez hechas.
Preparación:
En primer lugar mediremos todos los
ingredientes y tamizaremos la harina con la levadura.
Una vez tenemos todo listo, empezaremos
batiendo el huevo junto al anís en un bol grande.
Seguidamente añadiremos la
leche en forma de hilo y el aceite sin dejar de batir. Incorporaremos
progresivamente la harina tamizada junto con la levadura sin dejar de remover.
Llegará un momento en que nos será
difícil amasar con las varillas o con la lengua de repostería, así que nos
podemos poner un poco de aceite en las manos y acabar de amasar manualmente
hasta que quede una masa lisa y homogénea.
Para formar las rosquillas iremos
cogiendo porciones de unos 25 gramos de la masa y las rodaremos con las manos
sobre una superficie formando un cordón. Uniremos las puntas para darle la
forma de rosquilla y dejaremos sobre una bandeja de horno.
A continuación hornearemos a 200 grados
durante 15 minutos.
Para acabar, cuando las saquemos del
horno las bañaremos en anís y rebozaremos con azúcar moreno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario